viernes, 18 de abril de 2014

CONTRA EL CONSENSO

Siempre he pensado de este modo, pero creo es preferible leer las palabras de un periodista con mejor capacidad y claridad para exponer esta idea.


Se ha aceptado como un dogma que el consenso es la mejor forma de solucionar los problemas, seguramente como consecuencia de la inclinación que existe en las sociedades avanzadas a orillar los conflictos, a esquivar el enfrentamiento. Esa predisposición, fruto del pensamiento relativista posmoderno, robustece a quienes no creen en el pluralismo. A la postre, son los intransigentes, los sectarios, los fanáticos, quienes utilizan la tolerancia general para allanar el camino a sus propósitos particulares. Si ya de entrada estoy dispuesto a aceptar que mi interlocutor tiene parte de razón y que podremos llegar a un entendimiento, la solución siempre se escorará hacia el otro, por estrafalario que sea su punto de partida.

En Ucrania, Putin está explotando ese boquete por el que se desangra la sociedad occidental. No es casualidad que ayer, en Línea Directa, su programa televisivo que se emite desde los Urales al Pacífico, la palabra que más repitió fuera «diálogo», al tiempo que acusaba a las autoridades de Kiev de anteponer el uso de la fuerza a la palabra. Habría estado bien que el presidente hubiera exhibido ese talante hace cuatro días, antes de invadir y anexionarse Crimea. También eché en falta esa bonhomía con Litvinenko, el opositor envenenado con polonio. Putin se negó a entregar a las autoridades británicas al presunto asesino. O con ocasión del crimen de la periodista Anna Politovskaya, saldado sin culpables. Y más recientemente, cuando firmó de su puño y letra nuevas leyes para perseguir a los homosexuales, a los que ya se priva hasta del derecho a organizar actos públicos.

Desde que empezó la crisis de Ucrania, todas las cadenas rusas, sin excepción, controladas por el Kremlin, aventan el temor a una agresión occidental y a que la población rusófona sea machacada, aun cuando ha sido ésta la que, armada hasta los dientes, ha tomado edificios oficiales, aeropuertos y carreteras. La manipulación ha dado resultado: la mayoría de la opinión pública está con su presidente, el pacificador.

Es en ocasiones así cuando se ve el error de haber sacralizado la idea del consenso o la patraña del hablando se entiende la gente. Ni la virtud está en el término medio ni el consenso es un valor en sí mismo. Hay bienes que no están en almoneda, bienes que deben protegerse siempre. En Ucrania como en España.

No hay comentarios: